Revisión de la resiliencia de las cadenas de suministro según la OCDE

El COVID fue un punto de inflexión que evidenció los riesgos invisibles de las cadenas de suministro: interrupciones, falta de insumos y dependencia de pocos proveedores. Desde entonces, el concepto de resiliencia se instaló como prioridad para gobiernos y empresas.

La Revisión de la Resiliencia de la Cadena de Suministro de la OCDE ofrece un análisis profundo sobre cómo las economías pueden prepararse ante disrupciones crecientes mediante cadenas ágiles, adaptables y alineadas.


¿Qué entendemos por resiliencia en la cadena de suministro?

La cadena de suministro conecta todos los elementos que permiten que un producto o servicio llegue a destino: insumos, procesos de transformación, transporte y abastecimiento. Dentro de ella, el procurement cumple un rol esencial al coordinar las compras y contratos que sostienen la operación.

Resiliencia, en este contexto, significa mantener la continuidad frente a shocks sin perder eficiencia ni conexión global.


Los hallazgos de la OCDE

El informe cuantifica los efectos de la relocalización y las dependencias comerciales:

  • 18 %: posible disminución del comercio mundial si se relocalizan las cadenas de suministro.
  • 5 %: contracción del PIB global en esos escenarios.
  • 25 %: incremento del peso de China en la concentración de importaciones durante las últimas dos décadas.

Los modelos de la OCDE muestran que relocalizar no garantiza estabilidad. En más de la mitad de las economías analizadas, la volatilidad del PIB aumentó.

A pesar de que el 70 % del comercio mundial sigue diversificado, la concentración significativa de las importaciones ha crecido un 50 % desde finales de los noventa, impulsada principalmente por países fuera de la OCDE. Este cambio eleva la exposición a interrupciones y shocks externos.


Claves de resiliencia: agilidad, adaptabilidad y alineación

El informe plantea que gestionar el riesgo es más efectivo que intentar eliminarlo. Las cadenas de suministro más robustas son:

  • Ágiles, con capacidad de respuesta rápida ante variaciones.
  • Adaptables, capaces de evolucionar con nuevas condiciones.
  • Alineadas, donde gobiernos, empresas y actores clave comparten objetivos.

Qué pueden hacer los gobiernos

  1. Simplificar los procedimientos comerciales y aduaneros para reducir demoras y costos de cumplimiento.
  2. Promover la cooperación internacional y las alianzas público-privadas para armonizar normas y sostener la continuidad operativa.
  3. Fortalecer la logística y los servicios conexos, incluidos transporte, finanzas y conectividad digital.
  4. Apoyar la digitalización y los flujos de datos transfronterizos para mejorar la trazabilidad y la capacidad de respuesta.
  5. Diseñar políticas equilibradas que integren sostenibilidad, eficiencia y resiliencia en las cadenas globales.

Una mirada de gestión integral

La resiliencia no se limita a los bienes físicos. Los servicios —como la tecnología, la logística o el mantenimiento— son parte del mismo sistema. Su coordinación exige una visión completa que una compras, producción y distribución bajo principios de continuidad y flexibilidad.

En la práctica, fortalecer la cadena de suministro implica alinear decisiones desde el procurement hasta la logística, con datos y colaboración que permitan anticipar riesgos y mantener la operación activa ante cualquier escenario.

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